Cristóbal Gracia, en su más reciente trabajo, aborda ideas en relación a los límites y tensiones entre la falsificación y restauración, entre lo falso y lo real, entre la conservación de una obra de arte y su destrucción, entre lo material e inmaterial y los formatos empleados en el display museográfico.
Este proyecto toma como punto de partida una vitrina de exhibición del museo The Intermediatheque, inaugurado en 1877, cuya colección forma parte de la Universidad de Tokio y de la oficina de Correos Postales de Japón. Esta vitrina fue donada por la ciudad de Lyon (Francia) y perteneció a Émile Guimet (1836 – 1918) un famoso coleccionista de objetos y arte asiático, quien acumuló su fortuna mediante la sintetización industrial del pigmento azul ultramarino (uno de los pigmentos naturales más caros al provenir del lapislázuli). Este pigmento conocido como azul Guimet fue el mismo que usó Yves Klein para patentar su famoso “Azul Klein”, IKB.
La vitrina (fabricada en Francia, con un diseño pseudo asiático e inicialmente con una finalidad de mostrar arte asiático) contiene una serie de objetos pertenecientes a la colección del museo The Intermediatheque. La acumulación de objetos dentro de la vitrina, sin una jerarquía aparente, parece ser sumamente aleatoria; desde esculturas africanas talladas en madera, una espada japonesa, un Cristo sin brazos, un ídolo de Taiwán, figuras de arcilla ecuatorianas, una urna zapoteca y un réplica en plaster del cráneo del un tigre dientes de sable. Durante el transporte de Francia a Japón el vidrio de la vitrina se fracturó, dicha fractura genera una interrupción o distorsión al observar los objetos dentro de ésta. Es a través de la fractura que Cristóbal Gracia propone la construcción de una serie de sus propias versiones, copias o falsificaciones originales de esta vitrina y de los objetos que contiene. Las vitrinas de Gracia son repensadas desde la fractura, y cómo los objetos se podrían distorsionar al ser vistos a través de esta. El vidrio de la vitrina es una barrera retiniana y la fractura (ocasionada por un desplazamiento geográfico – contextual y físico) una distorsión en la mirada. La distorsión óptica es definida con más exactitud como “aberración óptica”, la palabra aberración logra proponer una acción directa sobre la materia no solo una alteración retiniana, sino física.
Cada objeto se buscó por medio de portales de venta en internet, copiando la ficha técnica exacta proporcionada por The Intermediatheque, así a través de una serie de filtros construidos por los mismos usuarios de estos portales de internet, la búsqueda arrojó los objetos que componen las vitrinas. Ya teniendo los objetos, estos fueron tratados mediante dos formas de trabajo; las usadas por los falsificadores y las usadas por los restauradores o ciencias forenses para desenmascarar falsificaciones. Este método de trabajo no tiene por objetivo probar o negar una falsificación o un original si no más bien poner en tensión estos dos mundos y brindar nuevos formatos de producción y visualización de obras de arte.
En una época que instaura la producción múltiple como dispositivo de comprensión del mundo y como mecanismo globalizador y de un capitalismo expandido, los límites entre lo falso y verdadero son cada vez más difíciles de precisar, estos límites y tensiones pueden ser un detonador para revelar aspectos ocultos de nuestro entendimiento del mundo.